No te alejes de Dios, que el diablo nunca duerme.

23 mayo 2007

Carlos Annacondia y el poder de Dios



"Curaciones milagrosas y sucesos inexplicables en Ensenada"

Cinco redactores del diario "El Guardián" fueron testigos en la noche del 26 de mayo de 1984 de sucesos cuya espectacularidad paranormal y veracidad no admiten reparos de ninguna naturaleza. Diseminados entre las cuatro mil personas que se congregaron en torno al palco de la iglesia evangélica... los hombres de prensa vieron caer como fulminadas a más de trescientas personas ante el solo toque de las manos del predicador cristiano Carlos Annacondia y constataron curaciones... De los cinco profesionales ubicados por este rotativo, tres eran católicos, uno cristiano no comprometido y el restante, ateo... Ante los ojos de todo este grupo humano acostumbrado a analizar hechos y cosas con absoluto criterio imparcial y frío raciocinio, en insólita revista pasaron señoras lanzando espuma por sus labios, niños caídos sobre la hierba mojada, mujeres derrumbadas sobre el barro -tres de ellas con lujosos tapados de piel- y centenares de jóvenes de ambos sexos, ancianos y hombres de condición humilde trastabillaban haciendo esfuerzos para no caer. Nada de cuanto expresamos es exagerado... Todos los rostros de los "tocados" por el evangelista Annacondia mostraban visibles formas de dolor o alegría que no podían ser admitidas como presuntas dramatizaciones fictícias; gente muy simple incapaz de realizar montajes escénicos o de recibirlos telepáticamente con tanta fidelidad, sugería días bíblicos, horas del cristianismo primitivo, pero no un acto preparado de antemano para engañar a incautos. Annacondia no es hipnotizador... Utiliza como transmisor directo la Palabra de Dios y no se separa de ella. Ninguna frase suya se aparta ni un ápice del evangelio... Él manifiesta no curar a nadie, puesto que "es Dios el que cura". Y las curaciones son numerosas. Una cronista de El Guardián que padecía de una lesión en el menisco de la rodilla izquierda, por una caída accidental, dejó de sentir dolores y pudo doblar su pierna (hacía tres meses que estaba así)... Las casi treinta mil personas que pasaron por las distintas noches del apostolado, por sobre la opinión de los investigadores y redactores, surgen como un compacto testimonio de que sucedieron cosas inexplicables pero reales en todas las noches de oración. Noches en las que solo se habló de Cristo y de Dios y solamente de ellos.

Diario El Guardián de Ensenada, ciudad de La Plata.
27 de mayo de 1984.


De esta manera se expresó uno de los diarios que con sutileza e indiscreción se escondió entre la multitud para intentar encontrar el posible fraude a tantos milagros. Por lo visto, no solamente no lo han hallado, sino que finalmente comprobaron con asombro las sanidades milagrosas.

(Extractado del libro de Carlos Annacondia "Oíme bien, satanás" de editorial Betania)

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