No te alejes de Dios, que el diablo nunca duerme.

27 septiembre 2007

La cuerda del alpinista

Cuentan que un alpinista desesperado por conquistar el Aconcagua inició su travesía después de años de preparación. Pero quería la gloria solo para si, por lo que subió sin compañeros. Empezó a escalar y se le fue haciendo tarde, y más tarde, y no se preparó para acampar, sino que decidió seguir subiendo decidido a llegar a la cima. Oscureció, la noche cayó con gran pesadez en la altura de la montaña, ya no se podía ver absolutamente nada.Todo era negro, cero visibilidad, no había luna y las estrellas eran cubiertas por las nubes. Subiendo por un acantilado, a solo cien metros de la cima, se resbaló y se desplomó por los aires... caía a una velocidad vertiginosa, solo podía ver veloces manchas cada vez más oscuras que pasaban a su lado en la misma oscuridad y la terrible sensación de ser succionado por la gravedad. Seguía cayendo... y en esos angustiantes momentos, pasaron por su mente todos sus gratos y no tan gratos momentos de la vida. Pensaba que iba a morir, sin embargo, de repente sintió un tirón tan fuerte que casi lo parte en dos...
¡Si!, como todo alpinista experimentado, había clavado estacas de seguridad con candados a una larguísima soga que lo amarraba de la cintura.En esos momentos de quietud, suspendido por los aires, no le quedó más que gritar:
-Ayùdame, Dios mìo...-
De repente una voz grave y profunda de los cielos le contestó:-¿Què quieres que haga, hijo mìo?- Sálvame Dios mío- respondiò el alpinista-¿Realmente crees que te puedo salvar?- dijo Dios- Por supuesto, Señor- replicò el hombre.
-Entonces corta la cuerda que te sostiene...
Hubo un momento de silencio y quietud. El hombre se aferró más a la cuerda y reflexionó...

Cuenta el equipo de rescate que al otro día encontraron colgado a un alpinista congelado, muerto, agarrado con fuerza, con las manos a una cuerda... A tan solo dos metros del suelo...

¿Y tú? ¿Que tan confiado estas de tu cuerda?

1 comentarios :

Asesor Homeschooling para Chile dijo...

Una historia que estremece, sin duda alguna.
Eso también nos lleva a recordar que aunque no lo percibamos inmediatamente, Dios siempre tiene preparado lo mejor para nosotros. Sólo hay extender las manos de la fe para recibir el regalo y el auxilio.


Un abrazo, hermano!