No te alejes de Dios, que el diablo nunca duerme.

05 enero 2008

Daniel en el foso de los leones

El rey Darío decidió nombrar ciento veinte gobernadores regionales para que se encargaran de las distintas partes del reino. Al frente de ellos puso tres supervisores, para que vigilaran la administración de los gobernadores, con el fin de que el rey no saliera perjudicado en nada. Uno de los supervisores era Daniel, quien pronto se distinguió de los otros supervisores y jefes regionales por su gran capacidad; por eso el rey pensó en ponerlo al frente del gobierno de la nación. Los supervisores y gobernadores buscaron entonces un motivo para acusarlo de mala administración del reino, pero como Daniel era un hombre honrado, no le encontraron ninguna falta; por lo tanto no pudieron presentar ningún cargo contra él. Sin embargo, siguieron pensando en el asunto, y dijeron: "No encontraremos ningún motivo para acusar a Daniel, a no ser algo que tenga que ver con su religión." Así pues, los supervisores y gobernadores se pusieron de acuerdo para ir a hablar con el rey Darío, y cuando estuvieron en su presencia le dijeron: -¡Que viva Su Majestad para siempre! Todas las autoridades que gobiernan la nación han tenido una junta, en la que acordaron la publicación de un decreto real ordenando que, durante treinta días, nadie dirija una súplica a ningún dios ni hombre, sino solo a Su Majestad. El que no obedezca, deberá ser arrojado al foso de los leones. Por lo tanto, confirme Su Majestad el decreto, y fírmelo para que no pueda ser modificado, conforme a la ley de los medos y los persas, que no puede ser anulada. Ante esto, el rey Darío firmó el decreto. Y cuando Daniel supo que el decreto había sido firmado, se fue a su casa, abrió las ventanas de su dormitorio, el cual estaba orientado hacia Jerusalén, y se arrodilló para orar y alabar a Dios. Esto lo hacía tres veces al día, tal como siempre lo había hecho. Entonces aquellos hombres entraron juntos en la casa de Daniel, y lo encontraron orando y alabando a su Dios. En seguida fueron a ver al rey para hablarle del decreto, y le dijeron: -Su Majestad ha publicado un decreto, según el cual, aquel que durante estos treinta días dirija una súplica a cualquier dios o a cualquier hombre que no sea Su Majestad, será arrojado al foso de los leones, ¿no es verdad? -Así es -respondió el rey-. Y el decreto debe cumplirse conforme a la ley de los medos y los persas, que no puede ser anulada. Entonces ellos siguieron diciendo: -Pues Daniel, uno de esos judíos desterrados, no muestra ningún respeto por Su Majestad ni por el decreto publicado, ya que lo hemos visto hacer su oración tres veces al día.
Al oir esto, el rey quedó muy triste, y buscó la manera de salvar a Daniel. Hasta la hora de ponerse el sol hizo todo lo posible para salvarlo, pero aquellos hombres se presentaron otra vez al rey y le dijeron: -Su Majestad sabe bien que, según la ley de los medos y los persas, ninguna prohibición o decreto firmado por el rey puede ser anulado. Entonces el rey ordenó que trajeran a Daniel y lo echaran al foso de los leones. Pero antes que se cumpliera la sentencia, el rey le dijo a Daniel: -¡Que tu Dios, a quien sirves con tanta fidelidad, te salve! En cuanto Daniel estuvo en el foso, trajeron una piedra y la pusieron sobre la boca del foso, y el rey la selló con su sello real y con el sello de las altas personalidades de su gobierno, para que también en el caso de Daniel se cumpliera estrictamente lo establecido por la ley. Después el rey se fue a su palacio y se acostó sin cenar y sin entregarse a sus distracciones habituales; además, no pudo dormir en toda la noche. Tan pronto como amaneció, se levantó y fue a toda prisa al foso de los leones. Cuando el rey estuvo cerca, llamó con voz triste a Daniel, diciendo: -Daniel, siervo del Dios viviente, ¿pudo tu Dios, a quien sirves con tanta fidelidad, librarte de los leones? Y Daniel le respondió: -¡Que viva Su Majestad para siempre! Mi Dios envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones para que no me hicieran ningún daño, pues Dios sabe que soy inocente y que no he hecho nada malo contra Su Majestad. Entonces el rey se alegró mucho y ordenó que sacaran del foso a Daniel. Cuando lo sacaron, no le encontraron ninguna herida, porque tuvo confianza en su Dios. Después, por orden del rey, fueron traídos los hombres que habían acusado a Daniel, y junto con sus mujeres y sus hijos fueron echados al foso de los leones; y aún no habían llegado al fondo cuando ya los leones se habían lanzado sobre ellos y los habían despedazado.

El acontecimiento narrado en este capítulo se menciona en Hebreos 11, dónde se nos habla de aquellos que por la fe "taparon las bocas de leones." ¿Sabes por qué el rey dió la orden de lanzar a los príncipes, con familia y todo, al foso de los leones? Porque ellos corrieron el rumor de que el rey había ordenado dar de comer a los leones antes de arrojar a Daniel dentro del foso. Entonces, el rey, probablemente les haya dicho: " ¿Ah, si? Pues entonces no van a comérselos a ustedes si ahora los arrojo con ellos". Ya sabemos cómo terminó la historia.

Me gustaría que compartieran conmigo qué les ha dejado esta historia. Saludos


9 comentarios :

Lizeth dijo...

Esta historia me hace pensar en que aun un rey pagano fue influesiado por la fe de un hijo de Dios. El rey no podia anular el decreto pero queria salvar a Daniel, seguramente no encontro un forma de poder humano para hacerlo, pero sus palabras eran como una oracion a Dios :"¡Que tu Dios a quien sirves con tanta fidelidad te salve!"
El Rey de reyes tambien dicto leyes que al no cumplirlas podian conducir al hombre a la muerte eterna, El no anulo esas leyes, pero en su misericordia proveyo un medio para salvarnos : CRISTO.
Dios te bendiga hermano.
P.D. perdon por la ortografia, mi teclado sigue sin marcar algunos signos.

Anónimo dijo...

Hola:
navegando por la red he visto tu blog, me he parado para descansar y lo he explorado, me gusta mucho. Ahora continuo mi viaje. Cuando quieras ven a ver mi blog.
Ciao.

Hijo del Rey dijo...

Lizz: Tus comentarios siempre son de bendición. Enriquecen al blog y son gotas de sabiduría para aquél que lo lee. ¡Gracias!

Hijo del Rey dijo...

gian: Gracias por descansar aquí. Te devolveré la visita ¡Gracias por venir!

Orlando Inagas dijo...

Daniel!
Me estoy reincorporando a la blogosfera luego de una decembrina ausencia...

Qué impresión causa esta historia en nosotros. Cuando la escuchamos de niños... ¡nos impactaba lo que podía hacer un siervo obediente a Dios!

Por cierto, es de una cierta responsabilidad llevar el nombre de "Daniel", ¿No crees?

Un abrazo mi hermano.

Anónimo dijo...

esta historia es muy linda y dios acamoa alrededor de los que le temen AMENNNNNNNNNNNNNNNNNNN¡

enoel dijo...

como estas feliz de enecontrar tu estudio sera que melo pudieras embiar por email por favor