Después de unos años, Tierra de la gracia vuelve a abrir sus puertas para seguir predicando el mensaje de Cristo. Estos dos o tres años fueron de cambio. Dios me trajo a España después de mucho papeleo y temores para cumplir una vieja promesa. No sé exactamente cuál va a ser el resultado de este cambio tan grande en mi vida, pero sé que va a ser bueno.
Hace mucho tiempo, orando en la soledad de mi habitación recibí una promesa de Dios. Yo tenía una consulta para hacerle al Señor. Estaba trabajando en el ministerio de intersección de la iglesia Rey de Reyes de Buenos Aires, pastoreada por el Dr. Claudio Freidzon. Y a pesar de que Dios me daba revelaciónes yo no me sentía cómodo en este trabajo. Sentía que mi puesto estaba donde había necesidad y no allí. Esa noche estas palabras penetraron en mi cerebro como si alguien me lo estuviera dictando: "Danielito, te voy a poner donde hay necesidad. Vas a ir a las naciones". Por supuesto, como todo cristiano, al principio pensaba que como este era mi deseo, no había escuchado la voz de Dios, si no la mía propia. El único que supo de estas palabras aparte del Señor y yo, fue mi hermano. Nadie más lo supo. Y yo, a pesar de esa incredulidad temprana y digna de uno de esos israelitas que estuvieron cuarenta años en el desierto, guardé esa promesa en mi corazón.
El resultado es que estoy en España, un lugar al que nunca se me hubiera ocurrido venir a vivir. Y me maravillo de cómo Dios hace las cosas, de cómo para El el tiempo no es nada. No sé cómo, pero estoy aquí.
Lo más curioso es que cuando recibí aquellas palabras pensé en gente pobre, sin recursos, sin trabajo, viviendo en villas o en lugares con hogares precarios. Esa era mi imagen de gente con necesidad. Pero cuando vine aquí me di cuenta que la gente no sufre de todo eso, por lo menos en esta parte del país. Dios me hizo comprender que para El la gente con necesidad es la gente que no conoce su palabra. Que no tiene la esperanza de la vida eterna y de la resurrección.
Es algo maravilloso.
Y aquí estoy. Salí de mi tierra y lo dejé todo, como Abraham.
Bienvenidos a Tierra de la gracia. Y por favor, oren por mí.
Hace mucho tiempo, orando en la soledad de mi habitación recibí una promesa de Dios. Yo tenía una consulta para hacerle al Señor. Estaba trabajando en el ministerio de intersección de la iglesia Rey de Reyes de Buenos Aires, pastoreada por el Dr. Claudio Freidzon. Y a pesar de que Dios me daba revelaciónes yo no me sentía cómodo en este trabajo. Sentía que mi puesto estaba donde había necesidad y no allí. Esa noche estas palabras penetraron en mi cerebro como si alguien me lo estuviera dictando: "Danielito, te voy a poner donde hay necesidad. Vas a ir a las naciones". Por supuesto, como todo cristiano, al principio pensaba que como este era mi deseo, no había escuchado la voz de Dios, si no la mía propia. El único que supo de estas palabras aparte del Señor y yo, fue mi hermano. Nadie más lo supo. Y yo, a pesar de esa incredulidad temprana y digna de uno de esos israelitas que estuvieron cuarenta años en el desierto, guardé esa promesa en mi corazón.
El resultado es que estoy en España, un lugar al que nunca se me hubiera ocurrido venir a vivir. Y me maravillo de cómo Dios hace las cosas, de cómo para El el tiempo no es nada. No sé cómo, pero estoy aquí.
Lo más curioso es que cuando recibí aquellas palabras pensé en gente pobre, sin recursos, sin trabajo, viviendo en villas o en lugares con hogares precarios. Esa era mi imagen de gente con necesidad. Pero cuando vine aquí me di cuenta que la gente no sufre de todo eso, por lo menos en esta parte del país. Dios me hizo comprender que para El la gente con necesidad es la gente que no conoce su palabra. Que no tiene la esperanza de la vida eterna y de la resurrección.
Es algo maravilloso.
Y aquí estoy. Salí de mi tierra y lo dejé todo, como Abraham.
Bienvenidos a Tierra de la gracia. Y por favor, oren por mí.
2 comentarios :
Dios te bendiga, y así como con Moisés, que su Ángel vaya contigo en el camino.
Gracias, Spirit, deseo lo mismo para vos.