Le ha visto las orejas al diablo. Y Alice Cooper, el rockero que dejaba sueltas serpientes pitones sobre el escenario y guillotinaba gallinas durante sus conciertos, acude ahora a una apacible iglesia evangélica. El músico de Detroit, de 52 años, ha hecho una confesión en la revista de música cristiana «Hard Music Magazine» (www.hmmagazine.com) que habría sido difícil de creer hace pocos meses. «Ser cristiano es algo en lo que vas progresando, es una dinámica en movimiento. Uno va aprendiendo. Uno va a su estudio bíblico. Uno debe orar», ha asegurado.
Los viejos rockeros nunca mueren. Pero, con el tiempo, algunos se convierten. Las letras de las canciones de Alice Cooper hablaban de necrofilia, violencia, sexo, alcohol y drogas. Ahora quiere dedicar su vida «a seguir a Jesucristo». La razón del cambio radical la ha explicado el propio Cooper. Cuando el alcoholismo estuvo a punto de arruinar su vida y su matrimonio, su esposa Sheryl le llevó a un templo evangélico en el que el pastor «lanzó un sermón incendiario sobre el infierno». El religioso despertó en el controvertido músico «las ganas de no querer ir al infierno», y las olvidadas oraciones y creencias de su infancia recuperaron protagonismo en su vida.
Una bruja del siglo XVII
Ciertamente, la predicación del pastor evangélico debió de ser estremecedora para conmover las fibras del curtido rockero. Vincent Furnier tomó prestado el nombre «Alice Cooper» de una hechicera del siglo XVII que murió en la caza de brujas de Salem. Su rodaje como rockero comenzó pronto, en la escuela de secundaria. Pero su grupo, Earwings, no quedó como uno más de tantos grupos rockeros de adolescentes. Encarnó la primera camada de heavy metal junto a Deep Purple, Ozzy Osbourne y Black Sabath. Fue pionero del shock rock, codo con codo con grupos como Kiss, Twisted Sisters y el cantante satánico Marilyn Manson.
Sus conciertos no eran precisamente un recital de delicadeza y buen gusto. Cooper los solía terminar destrozando a golpes de hacha muñecos que guardaban un gran parecido con bebés, y aparecía sobre el escenario con un espeso maquillaje negro que chorreaba desde sus ojos hasta la boca, lo que le confería un aspecto diabólico. La multitud enfervorecida que acudía a sus recitales le respetaba y escuchaba sus consejos como venidos del gran gurú espiritual del heavy metal.
Ahora sigue dando consejos, pero desde el polo opuesto. «No quiero convertirme en una celebridad cristiana», ha asegurado en «Hard Music Magazine», porque «es muy fácil concentrarse en Alice Cooper y no en Cristo. Yo soy un cantante de rock. No soy nada más que eso. No soy un filósofo. Me considero muy abajo en la escala de cristianos conocedores. Así que no busques respuestas en mí». «Yo era una cosa antes. Ahora soy algo completamente nuevo. No juzguen a Alice por lo que solía ser. Alaben a Dios por lo que soy ahora», sentencia el rockero en la entrevista.
Su temor a la condena le ha llevado a cambiar también su punto de vista sobre el diablo. «Yo quiero decir: ¡Tengan cuidado! Satanás no es un mito; no vayan por ahí creyendo que Satán es una broma», advierte.
50 millones de discos
La relevancia del músico queda patente al comprobar sus cifras de ventas: nada menos que 50 millones de copias vendidas de sus veintiún álbumes en más de treinta años de carrera. En 1971, «Eighteen» fue su primer single en entrar en la lista top norteamericana. Pero su verdadero boom llegó un año después, con su tema y disco «School´s out», un album que sembró la polémica y que se situó entre los diez más vendidos de ese año.
Cooper sigue activo, haciendo realidad el aforismo que propugna la inmortalidad de los viejos rockeros. En marzo del pasado año actuó en Barcelona y Madrid, llenando el polideportivo Vall d´Hebrón y la sala La Riviera. Con frecuencia acude a programas de televisión en Estados Unidos; juega al golf con famosos en Hollywood y gestiona su rentable restaurante «Coopers Town». Y entre patt y patt, acude a la iglesia a orar al Señor.
Los viejos rockeros nunca mueren. Pero, con el tiempo, algunos se convierten. Las letras de las canciones de Alice Cooper hablaban de necrofilia, violencia, sexo, alcohol y drogas. Ahora quiere dedicar su vida «a seguir a Jesucristo». La razón del cambio radical la ha explicado el propio Cooper. Cuando el alcoholismo estuvo a punto de arruinar su vida y su matrimonio, su esposa Sheryl le llevó a un templo evangélico en el que el pastor «lanzó un sermón incendiario sobre el infierno». El religioso despertó en el controvertido músico «las ganas de no querer ir al infierno», y las olvidadas oraciones y creencias de su infancia recuperaron protagonismo en su vida.
Una bruja del siglo XVII
Ciertamente, la predicación del pastor evangélico debió de ser estremecedora para conmover las fibras del curtido rockero. Vincent Furnier tomó prestado el nombre «Alice Cooper» de una hechicera del siglo XVII que murió en la caza de brujas de Salem. Su rodaje como rockero comenzó pronto, en la escuela de secundaria. Pero su grupo, Earwings, no quedó como uno más de tantos grupos rockeros de adolescentes. Encarnó la primera camada de heavy metal junto a Deep Purple, Ozzy Osbourne y Black Sabath. Fue pionero del shock rock, codo con codo con grupos como Kiss, Twisted Sisters y el cantante satánico Marilyn Manson.
Sus conciertos no eran precisamente un recital de delicadeza y buen gusto. Cooper los solía terminar destrozando a golpes de hacha muñecos que guardaban un gran parecido con bebés, y aparecía sobre el escenario con un espeso maquillaje negro que chorreaba desde sus ojos hasta la boca, lo que le confería un aspecto diabólico. La multitud enfervorecida que acudía a sus recitales le respetaba y escuchaba sus consejos como venidos del gran gurú espiritual del heavy metal.
Ahora sigue dando consejos, pero desde el polo opuesto. «No quiero convertirme en una celebridad cristiana», ha asegurado en «Hard Music Magazine», porque «es muy fácil concentrarse en Alice Cooper y no en Cristo. Yo soy un cantante de rock. No soy nada más que eso. No soy un filósofo. Me considero muy abajo en la escala de cristianos conocedores. Así que no busques respuestas en mí». «Yo era una cosa antes. Ahora soy algo completamente nuevo. No juzguen a Alice por lo que solía ser. Alaben a Dios por lo que soy ahora», sentencia el rockero en la entrevista.
Su temor a la condena le ha llevado a cambiar también su punto de vista sobre el diablo. «Yo quiero decir: ¡Tengan cuidado! Satanás no es un mito; no vayan por ahí creyendo que Satán es una broma», advierte.
50 millones de discos
La relevancia del músico queda patente al comprobar sus cifras de ventas: nada menos que 50 millones de copias vendidas de sus veintiún álbumes en más de treinta años de carrera. En 1971, «Eighteen» fue su primer single en entrar en la lista top norteamericana. Pero su verdadero boom llegó un año después, con su tema y disco «School´s out», un album que sembró la polémica y que se situó entre los diez más vendidos de ese año.
Cooper sigue activo, haciendo realidad el aforismo que propugna la inmortalidad de los viejos rockeros. En marzo del pasado año actuó en Barcelona y Madrid, llenando el polideportivo Vall d´Hebrón y la sala La Riviera. Con frecuencia acude a programas de televisión en Estados Unidos; juega al golf con famosos en Hollywood y gestiona su rentable restaurante «Coopers Town». Y entre patt y patt, acude a la iglesia a orar al Señor.
antes de Cristo
despues de Cristo
5 comentarios :
Hola Dany!
Quiera el Señor que la genuinidad de la confesión de Cooper se confirme y mantenga. Hay gozo en el Cielo cuando un pecador se arrepiente. ¿Servirá a la proclamación del Evangelio? Solo quizás. Lo importante es el alma que se rescata del infierno.
De todas maneras, no puedo menos que ponerme súper feliz cuando sé de un famoso que ha aceptado a Cristo, sobre todo si es músico. Porque esta forma de arte celestial ha sido creada con un objetivo supremo: Alabar al Creador.
Y que un grande en la música deje de utilizar su talento dedicado a los ídolos o a satanás, para cambiarlo en adoración al Señor, me parece sublime.
Solo Dios conoce el corazón.
Pero yo no me quiero perder la alegría de ver a Alice Cooper, Juan Luis Guerra o Ricardo Montaner proclamando: ¡Amo a Cristo!
Dany! Es cierto lo que decìs. Lo que a mi me asombra de Dios es como puede cambiar un corazòn que aparentemente ha sido tomado por completo por el diablo... Y lo que màs me maravilla es su amor y su justicia. ¿Cuàntos de nosotros ya lo hubièsemos condenado hace tiempo?
¡Te mando un abrazo enorme!
Que maravilloso es tener siempre buenas noticia del incomparable poder de Dios que es el ùnico capaz de hacer esas obras que humanamente son imposibles. Que El Señor siga sosteniendo al hermano Furnier para que pueda seguir adelante y no retroceda jàmas.
Gracias por compartir estos testimonios. Dios te bendiga.
Gracias Lizeth. Coincido con tu pensamiento. ¿Se nota que tengo debilidad por los mùsicos? Ja ja. Estoy investigando a Gloria Trevi, ya que escuchè rumores de que tambièn se covirtiò.
Te mando un gran abrazo.
A la gran!!! que chilero!!
Yo antes era fan de twisted sister, pero bueno, viejos tiempos y que calidad saber eso, por que en realidad no lo sabia.
Te mando un abrazo ratoncillo.